Esta leyenda, como muchas otras, comienza con la presentación de una pareja de ancianos sin descendientes que vivían grandes penurias hasta que el azar del destino puso a un ser maravilloso en su camino.

Los ancianos vivían de la venta del bambú, que el marido iba a cortar a diario a un bosque cercano; más un día que estaba precisamente allí, ocurrió algo asombroso. Uno de los troncos de bambú despedía un brillo dorado de su interior. El anciano, intrigado, cortó el bambú y cual no sería su sorpresa al descubrir que dentro había sentada una pequeña niña (Buf… Menos mal que no decidió cortar un poco más abajo, porque si no el cuento habría sido muy gore).

El anciano recogió a la niña, fue corriendo a casa a enseñársela a su mujer y decidieron adoptarla. No hubo ningún problema al respecto con las autoridades, porque por lo visto en Japón es bastante común que los ancianos encuentren niños dentro de vegetales. Decidieron llamar a la niña Kaguya Hime, que significa “Princesa de la luz brillante” y a pesar de tener un nombre tan redundante, la niña creció como una niña normal; pero el hecho de encontrar una niña en miniatura y que creciese hasta alcanzar una estatura estándar japonesa no fue lo único fuera de lo común que les sucedió. A partir del día en el que la encontraron, cada vez que el abuelo iba al bosque y cortaba un bambú, en su interior había oro. Pronto amasaron una gran fortuna e incluso mandaron a construir un palacio en el que criar realmente como a una princesa a su mágica hija adoptiva; pero tal vez por ser padres primerizos, o por miedo a perder a la que con toda seguridad les había proporcionado tal riqueza, los ancianos no permitían que la joven saliese de casa.

De nada les sirvió esconderla, porque pronto las historias sobre su belleza recorrieron todo Japón y miles de jóvenes dispuestos a pretenderla (a ella y a su fortuna) se presentaron a las puertas del castillo exigiendo verla. El abuelo se negaba en redondo y hacía todo lo posible para espantar a todos esos buscavidas y aprovechados; pero si bien logró que la inmensa mayoría desistiese, quedaron cinco jóvenes que permanecieron esperando frente a la puerta ya lloviera, nevara o hubiera un sol que rajase las piedras.

Kaguya, preocupada por ellos, pero sin intención de elegir a ninguno, trazó el plan de pedirles algo imposible de conseguir para hacerles desistir de una vez. Esta es la lista de los objetos que les pidió a cada uno:

-Al primero: La taza de buda, que supuestamente estaba en la India (Si ya es difícil encontrar el santo grial, imaginaos esta)

-Al segundo: El tronco de un árbol dorado del que se decía que sus frutos eran joyas preciosas. (Ahí es nada)

-Al tercero: La piel del ratón solar, que en principio se supone que vive en China. (Vamos, el pellejo de un Pikachu)

-Al cuarto: Una joya de cinco colores que cuelga del cuello de un dragón. (Ahí te pasaste, Kaguya.)

-Al quinto: Para mi que con lo del dragón ya se le acabó la imaginación, porque le pidió una cáscara legendaria que se dice que se podría encontrar en los nidos de golondrina. Lo cual encerraba una trampa, porque las golondrinas en oriente hacen los nidos en acantilados peligrosísimos y casi inaccesibles. Seguro que habéis visto algún documental de cómo recolectan esos nidos, que por cierto, se comen (¡Puag, pero si las golondrinas los fabrican con su saliva!)

En fin, que los jóvenes accedieron a pasar esa prueba y se marcharon, dejándoles tranquilos una temporada. Pero Kaguya no tuvo ni tiempo de hacerse a la idea de que se había librado de ellos cuando llegó el primero con la supuesta taza de buda. A este se le vio pronto el plumero, porque la taza era simplemente una que había cogido de un templo. O les quiso dar gato por liebre, o se pensó que la petición era un juego de palabras y que al decirle la taza de buda, cualquier taza que se encontrase en un templo budista era, por extensión, propiedad del mismo. Pues da igual, descalificado por listo.

El segundo apareció tiempo después con un pedazo de árbol de oro con joyas de frutos como puños. Kaguya se temió que no tendría más remedio que casarse con él cuando de repente llamaron a la puerta. Resultaron ser los joyeros a quienes el segundo pretendiente había encargado tal obra de arte, exigiendo el pago por su trabajo, que el muy listo pensaba conseguir de la fortuna de Kaguya una vez se hubiese casado con ella. Descalificado y endeudado de por vida por trapichoso.

El tercero, que era comerciante y tenía negocios con mercaderes chinos, les encargó a sus contactos que le consiguieran la piel del ratón dorado y al cabo de unos meses le enviaron una piel realmente hermosa, que le cobraron a precio de titanio. Convencido de su victoria, llevó la piel ante Kaguya y se la ofreció. Kaguya estaba realmente sorprendida por la calidad de la piel, pero consultando en la wikipedia descubrió que la piel de ratón solar era ignífuga (es decir, que no se quema) e hizo la prueba delante del pretendiente. Para qué deciros que la piel se quemó por completo. Vergüenza y descalificación por fiarse demasiado de comprar en Ebay.

El cuarto intentó de veras buscar al dragón por sus propios medios, pero mientras navegaba en su búsqueda le sorprendió una fuerte tormenta y casi no lo cuenta. Fue rescatado por unos pescadores casi al borde de la muerte, tras lo cual ya no estaba en condiciones de continuar y se retiró de la competición.

El último, pensando que su misión era la más sencilla, se confió y se fue a los acantilados a buscar en todos los nidos de golondrina a ver si encontraba la cáscara legendaria, sin hacer mucho caso de las normas de prevención de accidentes. Estaba rebuscando precisamente en un nido al que solo alcanzaba poniéndose de puntillas cuando su mano aferró algo duro. Convencido de que había encontrado la cáscara, se lió a dar saltos en el andamio llevado por la alegría y, como dicen en Gran Canaria, se enriscó. Antes de que se desmayara por el dolor, abrió la mano para descubrir que lo que había agarrado era tan solo una golondrina muerta y fosilizada. Dolor, decepción y descalificación.

Concluido el asunto de los pretendientes, los posesivos ancianos pensaban que Kaguya ya no tendría más moscones merodeando, cuando se presentó en su palacio el mismísimo emperador, al cual no le pudieron poner pegas y tuvieron que dejarle que conociese a Kaguya (que bueno es ser rey) y como era de esperar se encaprichó de ella y se empeñó en llevársela a su palacio. Kaguya rechazó la proposición alegando que no podía ir con él ya que no había nacido en este planeta, lo cual dejó perplejo al emperador, que se retiró por el momento, pero con su propuesta todavía en pie.

Poco después de este suceso, los ancianos descubrieron a Kaguya llorando en el balcón mientras miraba a la luna. Muy preocupados, le preguntaron el motivo y ella se lo confesó. Resulta que era realmente una princesa de la luna, que había decidido pasar unos años en la tierra para conocerla; pero que sus padres selenitas (que es el gentilicio de los habitantes de la luna) le habían exigido que regresase ya, que ya está bien, y que en la próxima luna llena enviarían a unas ninfas a recogerla. Les dijo también que había sido muy feliz con ellos y que les estaba muy agradecida (aunque la hubiesen tenido encerrada como a una monja) y que aunque no quisiese, no tenía más remedio que volver.

Los ancianos, presa del pánico, pidieron ayuda al emperador para evitar que Kaguya se marchara y este les envió de inmediato a dos mil soldados dispuestos a abatir a cualquiera que se acercase a llevarse a la princesa. La noche de luna llena el castillo estaba completamente rodeado de arqueros y guerreros, pero aun así, cuando por fin aparecieron las ninfas, su brillo cegó a los arqueros, que no pudieron dispararles, y además apagó la voluntad de los soldados, que no pudieron levantar ni un arma contra estos seres, a los cuales Kaguya siguió sin oponer resistencia no sin antes despedirse de sus padres adoptivos diciéndoles que no quería dejarles, pero no tenía otra alternativa. Tenía que volver allí a donde pertenecía. Y con esto partió.

Con una leyenda tan curiosa, no os sorprendáis no solo de ver referencias a ella en cualquier anime, sino de que una historia que en principio se situaba en un Japón feudal o contemporáneo de repente se convierta en una historia con naves espaciales y princesas de planetas lejanos.

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