Hoy toca hablar de una leyenda tremendamente popular en Japón, que habla sobre el trabajo en equipo y de que el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón.

Una humilde pareja de ancianos encontraron un buen día un melocotón gigante flotando por el río. Cual no sería su sorpresa cuando al abrirlo se encontraron a un bebé en su interior. Los ancianos adoptaron al bebé y le llamaron Momotaro, que viene a significar niño del melocotón, por lo que la verdad es que fueron originales un rato. Y así el niño creció y se hizo un joven fuerte y noble, y los ancianos no envejecieron nada porque si se nos muere alguno durante la historia la liamos.

El caso es que había una isla cercana con una fortaleza de ogros japoneses (Onis, demonios rojos que visten con pieles de tigre y tienen un único cuerno corto en la cabeza) que atacaban y saqueaban las aldeas vecinas. Alguien tenía que pararles los pies y ese era Momotaro.
Llevando unas provisiones que le había preparado su abuela adoptiva se encaminó a la isla de los onis.
Por el camino se encontró a varios animales. Un perro moteado que parecía muy agresivo se tranquilizó cuando momotaro le ofreció comida. Al enterarse de que iba a la isla de los onis el perro se ofreció a ayudarle. Más tarde encontraron un mono y el perro le atacó. Momotaro les separó y como disculpa le dio comida al mono, que también se ofreció a ayudarles cuando supo a donde se dirigían.
Más tarde encontraron a un faisán y el mono y el perro intentaron comérselo, pero el faisán pidió clemencia y Momotaro impidió que le matasen. El faisán, agradecido, se ofreció también a ayudarles.
Por el camino, los tres animales llegaron a hacerse muy amigos, a pesar de ser especies que no suelen llevarse bien.

Cuando al fin llegaron a la isla, la fortaleza de los onis parecía inexpugnable; pero el faisán sobrevoló la zona y descubrió una ventana por la que el mono podía colarse. El mono trepó hasta llegar a ella y una vez dentro se las ingenió para abrir una puerta por donde se coló el resto del grupo. Entonces comenzó una feroz lucha entre Momotaro y los animales contra los onis. Momotaro contaba con el factor sorpresa y con la ayuda del perro, que mordía piernas a diestro y siniestro mientras el mono arañaba la cara del que se le ponía por delante y el faisán a su vez picoteaba los ojos a los desconcertados onis.

Aquí la historia varía un poco dependiendo de si va dirigida a niños pequeños. Si es así digamos que los onis se rindieron y prometieron portarse bien, haciéndose amigos de Momotaro y dándole un montón de tesoros (de los que habían estado robando a los aldeanos... eso me suena a soborno).
Si va dirigido a gente curada de espantos bastará con decir que fue una masacre del carajo y no quedó oni vivo, quedándose Momotaro con los tesoros por la cara.
Luego regresaría a las aldeas y devolvería los tesoros a sus propietarios, sobrando incluso una buena parte con la que pudo vivir feliz con sus abuelos (Aunque a mi me parece que les hizo a los aldeanos la cuenta la vieja).

Con mucha frecuencia se le representa como un joven samurai con una bandera a la espalda con los kanjis "Nihon ichi" que significa algo así como "El numero uno de Japón". No sé cuando ganó ese distintivo, si es que no fue como reconocimiento por derrotar a los onis.

Comments (2)

On 26 de junio de 2009, 18:05 , Josel3 dijo...

El blog sigue sin decepcionar, sí señor :)

Es curioso el tema de los Onis, a menudo salen representados en los mangas y animes (véase Dragon Ball, por citar alguna), pero siempre me había parecido algo más casual que otra cosa, como la mierda rosa de Arale :P

saludos!

 
On 29 de junio de 2009, 1:02 , Monguer dijo...

Es que esa mierda rosa tambien es legendaria. ^_^
Hm... estoy pensando en hacer un recopilatorio de criaturas legendarias japonesas. Aqui en occidente tenemos demonios, vampiros, hombres lobo y si me apuras, todos los seres mitológicos de los romanos y los griegos; pero los japoneses tuvieron que inventarse los suyos propios y hay cosas verdaderamente curiosas.